El Linfoma y yo.
La primera vez que me enfrente a la palabra cáncer tenia apenas 5 años,
cuando mi madre me llevo a ver a mi padre, que saldría de alta del Instituto de
Oncología y Radiologia de La Habana, donde era tratado por un cáncer de laringe.
Recuerdo me dijo iríamos
a ver a mi papa, que vivia en provincia a ver al doctor, nos sentamos sobre el muro que conduce a la entrada del
Hospital, el Curie...el del cáncer, como lo llamaba mi madre, porque así se llamaba
cuando ella era joven. El llego con pañito aséptico que le cubría la garganta y
una voz, que no reconocí. Le bese y su olor era diferente, un olor que no podía
cubrir con perfume. Me impresiono tanto, que me escondí tras la falda de mi
madre. Pero mucho más me aterre, cuando algunos compañeros de tratamiento que
también se cruzaron con nosotros me daban la mano, me intentaban acariciar
alabado cuan serio era. ¿Como no iba a estar impresionado de aquellas personas
con media nariz, con plásticos saliendo de ellas, con la cara desfigurada,
marcados con tinta para las radiaciones?.
A partir de ese dia la palabra cáncer, marco con fuego mi
inocencia, el cangrejo como decía mi
madre, que esta grabado en arco de piedra sobre el dintel de la entrada del
hospital, se convirtió en un símbolo de terror y de muerte... porque mi padre
murió poco después, con dolores atroces, ambulancias y doctores.
En cada consulta con mi madre
que padecía de problemas de salud, a causa de una aneurisma, nunca se separo de mi el miedo a que me dijeran
tiene cáncer. Por suerte no paso y la aneurisma pudo más, pero no fue la agonia de verla morir con el innombrable.
Hoy años después veo la vida diferente. He aprendido a saber que tengo
fecha de caducidad a que cada 3 meses me
repitan pruebas y scanner para ver si ha reaparecido en mí esa enfermedad que
aterra con solo escuchar su nombre…el cáncer. El mío para ser exactos un
Linfoma No Hodgkin (LNH).
Un aprendizaje terrible y bello a la vez, porque a pesar de todo pronóstico estoy vivo. Y la
palabra he aprendido a convivir con
ella. Y he soportado su peso sin amargarme, ni entristecerme demasiado, no he puesto
mala cara, aunque a veces me pregunte ¿Por que yo?..........
Hace dos años llegue a ver un trabajo de diseño con un cliente, el piso
estaba mojado, resbale y me cai, recuerdo los muchacho empezaron a joder y a reírse,
porque me levante muy rápido. En los días siguientes me empezó un dolor de
espaldas, que me obligaba a con la mano levantar el pie izquierdo al subir a un
automóvil por ejemplo. Pero seguí trabajando, me ponía alguna crema analgésica,
tomaba un ibuprofeno y asi. Hasta que un día después de doctores y doctores, placas y
ultrasonidos, me enviaron a una excelente doctora especialista en
imageneologia la Doctora Maria Parrilla.
Muévete a la derecha me dijo. Tienes el riñón muy alto, esta raro,
siguió pasando la paleta del equipo de ultrasonidos y de momento se volvió
hacia mi y me dijo. “Hay un tumor, hay que descartar patologías, hacer un TAC y
biopsia”- fue una mezcla de rudeza y de ternura que me llego al alma y a partir
de ese momento la profe fue mi hada madrina.
Pruebas para el Diagnostico
Nunca me había hecho un scanner, así que aquel día, los preparativos me
resultaron un poco surrealistas. La enfermera me canalizo las venas, un troquel
para colocar el contraste, que me inyectaron y comenzó el respira, no respira y
dentro del aparatico y sal del aparatico. Cuando ya estaba morado de tanto
aguantar la respiración, me mandaron a vestir y una estudiante latinoamericana salió y me dijo venga a
recoger el resultado en un mes….me pareció muy raro, porque el profesor Vals, uno o el mas eminente de los imageneologos cubanos, que me
había atendido me dijo espera afuera para darte el disco. Así que le hice caso
al Dr. y me espere en la sala. Minutos después salió otro doctor y le comente.
Poco tiempo después salió la estudiante con cara de asesina a sueldo y me dio
el disco con ganas de rompérmelo en la cabeza, según mi perspectiva, porque pude escuchar la regañina del profe desde fuera.
Llegar al Hospital para la biopsia fue una película de terror, salpicada
de momentos divertidos. Ese día tuve que
subir cinco pisos por las escaleras, porque el ascensor tenia problemas y al
funcionar solo uno, resultaba una locura esperar por el. Así que después de 2
horas, la solución más lógica era la escalera. Me acompañaron dos chicos de mi
grupo Néstor y Alexei, así que de pronto
me encuentro boca abajo haciéndome una biopsia, me dice la enfermera no puedes
irte tienes que quedarte acomodado boca abajo una hora a ver si no sangras o te
sucede algo. Me envió a recuperación y los muchachos me acompañaron a esta
salita de espera. Néstor se recuesta a
la pared y Ale se pone en cuclillas, visiblemente nerviosos cuando ven el
vendaje, el olor a quirófano, etc. Entonces entra una enfermera corriendo,
porque pensó se habían desmayado.
”Vaya Valientes trajiste, con
estos no se gana la guerra” -comento riendose cuando vio sus caras Te sientes bien?-me pregunto.
Si. ¿Me puedo ir?-le cuestione loco por levantarme.
Si no te sientes mal, ni estas mareado, en un rato despacito a casa a descansar. Si tienes dolor una dipirona.
Vuelta abajo, los cinco pisos, con la ayuda de mis amigos, Alexei
repitiendo no le gustan los hospitales e intentando que no me pasara nada, aunque sin
querer me impedía me moviera con soltura, para colmo como Néstor como le teme a las alturas
y la escalera da a una gran sala y queda expuesta, mareado. Prácticamente bajo los cinco
pisos a ciegas aguantándose a la paredes, y yo sosteniéndolo. ¿Que tal mis
acompañantes?
Y ahora a esperar el resultado….Un mes.